En el mes de agosto de 1954, para los días 19, 21 y 22, jueves, sábado y domingo, se anunciaba en Barcelona un curioso espectáculo automovilístico, el Auto-Rodeo. Bajo esa denominación llegaban a España un tipo de carreras que ya triunfaban en Europa. A finales de los años 40 empiezan a desarrollarse en Estados Unidos una carreras bajo la denominación «stock cars», coches de serie, sin modificar.
Estas carreras llegan a Europa, a Inglaterra, Bélgica o Francia, donde se habilita para estas carreras el velódromo de Buffalo, en Paris. Estas carreras adoptan una modalidad de «todo vale», choques, empujones, chapa con chapa. Así llega a Barcelona en el verano de 1954 el Auto-Rodeo.

Dos carreras de clasificación, a 25 vueltas en las que se pasan los 5 primeros coches, una repesca a 30 vueltas, donde pueden entrar 5 coches más de los descartados en las dos primeras, y una carrera final a 35 vueltas. Choques, vuelcos, conatos de incendio. El espectáculo estaba servido.
Los datos que tenemos en cuanto a vehículos y pilotos son escasos. En la primera velada, según el diario El Mundo Deportivo, el resultado de la primera carrera fue, 1º el francés Jack, seguido del belga Barthels, los monegascos Jeannot y Daniel y el italiano Bossio.
En la segunda carrera el orden fue el italiano Pallanca, sus compatriotas Papa y Alberto, el español Fernando y la piloto francesa Pierrette. En la carrera de repesca el resultado fue, primero el español Enrique, seguido de los italianos Dino y Franck, el español Estebán y y el francés Paul.
En la carrera definitiva el ganador fue el coche 69, pilotado por el francés Nimant, seguido del número 10, el monegasco Jeannot.

El sábado 21 de agosto se celebraba la segunda jornada. En este caso los resultados fueron los siguientes. En la primera carrera, primero el francés Zezé, seguido del español Mario, el belga Barthels, el francés Frank y el también francés Jaques.
La segunda carrera de la adjudicó el francés Nimant, seguido del italizano Pallanca, el español Enrique Soler, el francés Company y la francesa Pierrette. En la carrera de repesca el ganador fue el español Fernando, seguido del monegasco Jeannot, los franceses Jaques e Ivon y el español Esteban.
En la carrera final se impusieron el italiano Pallanca y el francés Nimant.

Para la última jornada, la del domingo 21, se anunció una manga especial con la participación de las 3 «señoritas pilotos», que ganó la francesa Pierrette. En la carrera final la victoria fue para el monegasco Jeannot.
Nos quedamos con la transcripción de lo que fue la final según el redactor de El Mundo Deportivo:
La final, disputada por unos veinte coches a la vez, fué realmente el «clou» del festival por la ferocidad – en el término cabal – con que fué disputada. En el curso de las 35 vueltas hubo leña y batacazos para todos. Y los patinazos; las ruedas sin neumático y los ejes sin rueda fueron incidentes menores, que no apeaban a nadie de la lucha, camino de la meta. El coche 88, de Barthels, se permitió el lujo de dar una vuelta de campana. Y a medida que la prueba avanzaba ensarzadora con los bidones en zarabanda que rodaban por la pista frenados por las facas de paja que se desleían hechos polvo bajo las ruedas y los topetazos que iban desencadenando los vehículos, los cinco o seis que aún corrían, debían encontrar un camino difícil entre las islas de coches empotrados y atascados. Un montón – informe – de siete u ocho obstruían casi por completo el viraje Sur.

Y hasta aquí las 3 sesiones del Auto-Rodeo. Pero aún hubo noticias posteriores, aunque no fueron deportivas. Una denuncia provocó la detención de los organizadores del evento, el italiano residente en Niza Aristeo Tassari y el español José Cabello Sánchez, que habían constituido la «Empresa francoespañola de Auto-Rodeo».
Aparentemente, la idea inicial de ambos era que el Auto-Rodeo tuviera lugar el el Estadio de Montjuic. Ante la imposibilidad de que eso fuera posible (parece ser que la Prensa tuvo mucho que ver con la negativa), decidieron utilizar el Campo de Deportes del Guinardó.
Dado que las sesiones eran nocturnas y que no existía una iluminación suficiente, se contactó con un electricista al que se encargó la tarea de solicitar los permisos e instalar un alumbrado adecuado. El coste de dicho trabajo fue de 70.000 pesetas, que no fue abonado, presentándose la denuncia correspondiente.
Los citados organizadores fueron detenidos en la frontera de la Jonquera y trasladados a Barcelona donde el Juez les tomó declaración. Aquí se supo que, además, algunos de los pilotos participantes denunciaron también no haber cobrado las 500 pesetas por jornada pactadas.
Los acusados alegaron ante el juez que la recaudación fue más baja de lo esperado, por falta de público, motivo por el cual no pudieron hacer frente a los pagos, pero que venderían unas fincas que poseían en tierras francesas y se harían cargo de la deuda.
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